Este proyecto se gestó desde los primeros pasos de la construcción, cuando el terreno aún no tenía los cimientos de la casa, lo que permitió un diseño plenamente integrado con la arquitectura. La colaboración con el estudio de arquitectura fue clave para crear un espacio exterior que potencia cada rincón de la vivienda y aprovecha al máximo su entorno.
Una particularidad de este proyecto es que, debido a un requisito de la venta del terreno, el jardín principal debía ubicarse en el frente de la casa. Aprovechamos esta condición como una oportunidad, ya que el frente cuenta con orientación norte, ideal para un jardín soleado y vibrante.
El desnivel natural del terreno respecto al nivel de la calle se transformó en una ventaja, diseñando un acceso claro y atractivo hacia la puerta principal, donde el recorrido se disfruta tanto visual como funcionalmente.
La selección de especies nativas fue fundamental para lograr un jardín noble y sostenible. Calliandra parvifolia, laureles de jardín blancos fueron seleccionados especialmente para este proyecto. La Buddleja davidii, conocidas como arbustos de las mariposas, aportan color y vida, atrayendo mariposas que enriquecen la experiencia del espacio.
El color crema de las paredes de la casa inspiró el uso de madera y acero corten para definir los canteros curvos, aportando calidez y carácter al proyecto. Los canteros en madera elevados en el jardín trasero, junto con macetas de barro, tonos tierra y olivos, crean un ambiente armónico y lleno de personalidad, donde cada elemento dialoga con la arquitectura y el paisaje de manera fluida y coherente.