Llegamos a este proyecto con mucha ilusión, guiados por el deseo de nuestra clienta, una Chef apasionada, de vivir rodeada de verde y cultivar su propia huerta para dar aún más vida a su cocina.
Uno de los mayores desafíos fue definir la entrada principal, ya que el ingreso habitual era por un lateral. Convertimos ese reto en una oportunidad, creando un acceso bien definido, donde cada planta invita a detenerse y disfrutar del recorrido.
Diseñamos dos huertas que reflejan el espíritu del lugar: una en el jardín trasero, repleta de verduras de estación, y otra junto a la cocina, con hierbas frescas siempre al alcance de la mano.
Los corredores verdes a ambos lados de la casa aportan frescura, mientras que los dos maceteros con agaves de la entrada principal, traídos desde su hogar anterior, dan una bienvenida cargada de recuerdos y significado. Para brindar privacidad sin perder la conexión con el entorno, cubrimos en altura la fachada de los ventanales del escritorio y el estar.
Cada temporada encontramos plantas que se destacan, los ciruelos en la entrada florecen justo cuando otras plantas descansan, regalando un punto focal para la contemplación.
Este jardín nos llena de orgullo, no solo por el resultado final, sino por el proceso compartido.